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En su primer discurso como ex presidente, Néstor Kirchner
afirmaba en un acto: "les preocupa a algunos (por EE UU) que en América
latina nazca el Banco del Sur; se consolide el Mercosur y nazca la unidad
de los pueblos de América del Sur. Les preocupa que nosotros, con absoluta
firmeza, digamos que condenamos el terrorismo global, pero que no significa
bajo ningún aspecto que admitamos la violación global de los derechos humanos o
bases como la de Guantánamo, que dan vergüenza, que están en Estados Unidos, que
torturan gente para obtener de cualquier forma información. La pérdida de
seguridad jurídica y económica la han generado ellos. Señor subsecretario,
empiece mirando por casa a ver qué seguridad económica y jurídica le dan
ustedes a sus ciudadanos". Eso afirmaba alguien cuya esposa
terminaría rogando por una foto con el primer mandatario norteamericano.
Pese a esto, en febrero de 2009, Cristina demostraba que
sólo ella podría superarse a sí misma cuando aseveró que "no sé si Obama
habrá leído a Perón, pero déjenme decirles que se le parece mucho."
Es que fue intenso el jadeo por parte de la Presidenta por
una reunión a solas con el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, en estos
días. Un dato: no iba a ser la primera vez que el Presidente sajón le negara
una reunión personal a Cristina. Hace exactamente un año, Obama se oponía a un
encuentro bilateral en la Cumbre de las Américas en Trinidad y Tobago, mientras
sí se lo concedía a los pares de México, Brasil y Chile.
El interés de la Presidenta era lograr su apoyo para que
el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) le concediera un crédito importante
para la Argentina ya que esta no se encontraba calificada para pedírselo al
FMI. Dos semanas antes, en la cumbre en Londres del G-20, la historia no había
sido diferente, Obama tampoco la había recibido.
La lectura traducía que, si bien oficialmente se elogiaba
la importancia desarrollista de la Argentina en América Latina, desde el norte
todavía miraban a los Kirchner por el rabillo del ojo. Recordemos que días
antes llegaba a la Casa Rosada el informe del Tesoro norteamericano que
criticaba las medidas de Cristina Kirchner contra la crisis, aseverando que
alientan la "incertidumbre y la fuga de capitales". Lo cierto es
que la relación ya venía oxidada desde el escándalo en Miami por la oscura
valija de Antonini Wilson. En fin, no era ni el lugar ni el momento de hablar
de dinero con Obama.
Jorge Taiana y Héctor Timerman, mientras, luchaban contra
viento y marea. 72 horas antes del pasado —arduo— encuentro de Hillary Clinton
con Cristina Kirchner, la Presidenta expresaba una afilada crítica a la
política de EE. UU. para la región, lanzando un cuestionamiento personal a
Barack Obama. Agregando además que el líder norteamericano "no cumplió
con las expectativas que había despertado en esta parte del mundo” y evaluó
que “la nueva conducción de la Casa Blanca incurre en un desconocimiento de
las necesidades del Cono Sur”. "Hay una sensación de
oportunidad perdida, aunque nadie esperaba un príncipe en un corcel blanco".
Asesores allegados a la mandataria afirmaron que esos
dichos no fueron producto de un exabrupto de la Presidenta, sino el anticipo
del mensaje que la mandataria planeaba llevar a su encuentro con Hillary
Clinton, que se concretaría en Montevideo.
Contrariamente, la visita inesperada de la Secretaria de
Estado a la Argentina, fue el preludio de ese apasionamiento oficialista —y
poco progresista— por las barras y las estrellas. Clinton tenía planeado
visitar Uruguay para la jura del presidente electo, además de Brasil y Chile.
Luego viajaría a Costa Rica, Guatemala y República Dominicana. Nunca estuvo en
sus planes pisar territorio argentino, pero el devastador terremoto de Chile
modificó los planes y agregó una escala en la Argentina cambiando la suerte del
destino de las relaciones que Cristina ansiaba. Mientras, Taiana minimizaba
los dichos de Cristina esbozados 72 horas antes.
Hillary arribó el país en pleno conflicto petrolífero con
Gran Bretaña y en repleta disputa por el uso de las Reservas. La opinión a
favor -y obviamente conveniente- por el pago de la deuda externa a como dé
lugar, le cayó a Cristina como anillo al dedo justificándose por el visto bueno
de Norte América.
Esta vez la Cumbre de Seguridad Nuclear fue la excusa para
el encuentro tan curiosamente esperado durante cinco días por la Presidenta. No
bien finalizó el encuentro desarrollada en Washington, Obama finalmente le
terminó por conceder a Cristina quince minutos a solas.
Aparte del auto-elogio de las políticas económicas nacionales,
el tema dominante fue la seguridad nuclear, ya que Hillary Clinton había
opinado que Argentina está en la vanguardia de este asunto en el marco de las
amenazas terroristas y la no resuelta proliferación de materiales y armamentos
nucleares. Recordemos que la Argentina se suscribió al Tratado de No
Proliferación lo que prohíbe al país el desarrollo tecnológico para actividades
militares nucleares, entrando así en la lista de “países confiables”. La nula
difusión de esta actividad fue otra excusa para afianzar la desgastada y
necesaria alianza bilateral.
Las contrariedades diplomáticas para con el gigante sajón
parecen ser un signo característico de un Gobierno envalentonado de progresismo
nacionalista, pero que al menos reconoce la independencia económica como una
utopía. El idealismo y políticas económicas, parecen no encontrar consenso en
la cabeza de Cristina.
Finalmente, el ruego por 15 minutos de fama fue una
muestra más de que, lo se escribe con la mano, se borra con el codo.
Fuente: periodicotribuna.com.ar