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¿Se puede ser inmoral en más de un aspecto?
Sí, por supuesto, en varios, y el ejemplo al que nos vamos
a remitir es más que significativo, precisamente, porque no es una persona
común y corriente, se trata de la Sra Cristina Fernández de Kirchner que es quien,
se supone, debe dirigir la vida de cuarenta millones de argentinos.
¿Y por qué decimos que se puede ser inmoral en
varios aspectos? Veamos.
En Cristina Fernández encontramos, por lo menos, tres
factores que determinan su inmoralidad.
El primero, tiene que ver con la inmoralidad material, esa
inmoralidad con que ostenta bienes materiales; el segundo, es el factor
ideológico, que es la contradicción entre lo que supuestamente dice defender y
lo que hace; y el tercer factor es el ético, ya que dice ser abogada sin serlo.
Ya en el año 2008, el diario británico The Guardian
ubicó a Cristina Fernández entre los 10 líderes mundiales mejor vestidos y más
ostentosos del mundo.
El informe destacaba, entre otras cosas,
la elegancia de sus trajes combinados con zapatos y carteras Louis Vuitton,
valuados en varios miles de dólares, que hacen juego con las costosas joyas que
Cris suele llevar.
Según otro informe, en este caso del diario argentino Perfil,
Fernández no ha repetido ningún atuendo desde que llegó a la presidencia.
También Perfil, a través de opiniones de joyeros,
calculó que en cada acto público la presidenta usa más de US$50 mil en alhajas.
Hasta hace poco, la presidenta llevaba, en su mano
izquierda, un reloj Rolex President valuado en US$ 20 mil, un anillo de
oro blanco y oro amarillo de 18 kilates, y en la derecha otro con zafiro de oro
y platino, traídos estos, lógicamente, desde el exterior y a un precio
aproximado de US$10 mil cada uno. También usa pendientes que llegan a costar
hasta US$25 mil.
Ahora bien, ¿tiene algo de malo esto? En realidad, no
tendría nada objetable si, solo si:
a) Estas joyas, como sus costosos vestidos, calzados,
carteras, mansiones y otros bienes fueron adquiridos con dinero ganado
honestamente y debidamente justificado tanto ante la AFIP como en su
declaración jurada.
b) Si su discurso no fuera el que proclama, haciendo
alusión, constantemente, a la “justa distribución de la riqueza”, la lucha
contra la pobreza y, por sobre todo, la búsqueda de “igualdad social”.
Encontramos, entonces, sendas contradicciones entre lo que
dice, lo que hace y fundamentalmente con lo que es, puesto que, en primer
lugar, todavía no pudieron demostrar o justificar ni ella ni su esposo el
geométrico crecimiento patrimonial durante los últimos años.
Tampoco se entiende muy bien cómo el matrimonio
presidencial logró amasar una fortuna de varios millones de dólares teniendo en
cuenta que desde 1983 se dedican a la función pública.
La segunda inmoralidad, que la podríamos denominar como
una contradicción ideológica o filosófica —si bien no es tan censurable como la
primera, no deja de ser, por ello, menos cuestionable en lo moral—, tiene que
ver con su discurso contradictorio: vende al pueblo argentino, especialmente a
los más humildes —que son, según ella a quienes representa— una imagen
totalmente opuesta a la que representa.
¿Es creíble, entonces, una persona que por un lado dice
ser progresista y representar y defender los derechos de los más humildes
mientras demuestra todo lo contrario?
En realidad, eso de demostrar es relativo, ya
que como dijimos, todavía no pudo justificar el crecimiento patrimonial en su
declaración jurada.
Si a todo esto le sumamos, por ejemplo, la tercera
inmoralidad, que es que tampoco pudo demostrar que es abogada, gracias
a los artilugios legales del juez Norberto Oyarbide, nos encontramos con
alguien que con estos valores morales, difícilmente pueda gobernar un país, por
lo menos, de una manera justa y equitativa que es lo que corresponde.
¿Será por eso que su imagen de popularidad y
aceptación descendió a menos del 20%?
En fin… como bien dice el refrán, “Las mentiras tienen
patas cortas”, y sin dudas, tarde o temprano saldrá a la luz la verdadera
historia del matrimonio presidencial, precisamente cuando no estén en el poder
y ya no puedan manejar, como hasta ahora, a un racimo de jueces.
Fuente: periodicotribuna.com.ar